martes, 22 de enero de 2013

DESIGNIOS INESCRUTABLES (Ordenación como diácono de mi hijo Paco)






Han transcurrido tan solo unos días. El tiempo suficiente para que los sentimientos y las reflexiones se sedimenten. El pasado sábado, 19 de enero, Paco, uno de mis cuatro hijos, recibió el orden sacramental del diaconado.
D. Juan José Asenjo, Arzobispo hispalense, presidió la celebración que se desarrolló en la parroquia regentada por los religiosos de la Congregación de los Sagrados Corazones en Sevilla.
La diócesis de Málaga, donde mi hijo convive en la comunidad de la parroquia “Virgen del Camino”, en la malagueña barriada de san Andrés, había notificado previamente el acontecimiento en la web diocesana.
La crónica del acto fue redactada cariñosa y completísimamente por Fernando Bueno, ss.cc.
“¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos!”. El himno de Pablo (Rom 11, 33) ensalzando la sabiduría de Dios estuvo presente en la mente de cuantos, paso a paso, hemos seguido la evolución vital y el proceso de fe de Paco desde la más temprana infancia hasta el presente y, singularmente, de nosotros, sus padres.
Cierto paralelismo provocó en mi la evocación del fragmento bíblico 1 Sam 16, 1-13.
El Espíritu del Señor se había retirado de Saúl. El Señor envió a Samuel a casa de Jesé en Belén, porque entre sus hijos había elegido al sucesor del rey de Israel. Las apariencias engañaron al anciano profeta al tratar de reconocer al escogido por Yavé. “El hombre mira a los ojos, mas el Señor mira el corazón“(v7). Unos tras otros fueron desfilando ante Samuel los siete hijos de Jesé. “El Señor no ha elegido a estos” (v10), fue la reacción del profeta.
-          “¿No hay más muchachos?”
-          “Todavía queda el menor, que está pastoreando el rebaño” (v11).
Él fue el elegido por el Señor.
Nada nos hacía predecir a mi mujer y a mí la elección. Muchas veces lo hemos comentado: ¿por qué?
Ninguna trayectoria insólita por nuestra parte ha sido fundamento para el libérrimo designio de Dios.
Jesé no esperaba la visita del enviado de Yavé. No podía imaginar que entre sus hijos y, desde una perspectiva humana, el menor de ellos, descartado desde el comienzo del proceso, se encontrara el elegido de Yavé.
No, no esperábamos esta bendición del Cielo. Tan cierto es esto que la declaración de intenciones de nuestro hijo, un día ya lejano, (han transcurrido ocho años), a primera hora de la mañana, durante el desayuno, suscitó en mi una desconcertante sorpresa y hasta incredulidad. Estaba convencido de que se trataba de una broma más, a la que, por otra parte, era muy propenso nuestro hijo.
Pero, no. Estaba ya muy convencido y decidido. Todo el proceso posterior ha sido una reafirmación en el propósito consistente de respuesta fecunda a la elección divina.
El ministerio del diaconado tiene entidad en sí mismo, aunque se considere también una etapa que culmina en la ordenación como presbítero.
Entre las funciones propias del diácono destaca el ministerio de la Palabra. Así lo recordó D. Juan José Asenjo durante la homilía de la celebración. Para ello, es absolutamente ineludible que el diácono reciba la Palabra como el tesoro (Mt 13,44) del que no puede desprenderse y que ha de iluminar su vida irradiando hacia la comunidad cristiana.
Este es, como padres, nuestro deseo, Esta coherencia con la Palabra es lo que siempre hemos intentado vivir y transmitir a nuestros hijos. Esto es lo que vivamente anhelamos.
Nos faltan palabras para expresar nuestro agradecimiento porque el Señor haya dirigido sus ojos hacia nuestra familia y su mirada encontrara la respuesta decidida, valiente y generosa de su elegido Paco.

Salvador Egea Solórzano

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